😦 Durante mi último vuelo, un niño de siete años golpeaba mi asiento: nada lo calmaba, así que esto es lo que decidí hacer.
Esto ocurrió durante mi último vuelo. Después de un largo viaje de negocios, estaba agotado y todo lo que quería era llegar a casa para descansar. Como era un vuelo largo, esperaba poder dormir en el avión.
Me acomodé tranquilamente en mi asiento y me preparaba para dormir cuando escuché a un niño pequeño empezar a hablar. Tenía alrededor de siete años y no dejaba de hacerle preguntas a su madre. Seguramente conocen esos momentos en los que los niños necesitan hablar, no importa de qué, aunque sus preguntas no tengan mucho sentido.
Normalmente, esto no me molestaría, pero ese día estaba tan cansado que no podía soportar el ruido. Y no era todo: de vez en cuando, golpeaba mi asiento. Primero, un pequeño toque, luego cada vez más fuerte.
Realmente no estaba en condiciones de tolerar eso. A pesar de mis educadas solicitudes a su madre y las intervenciones de la azafata, no se calmaba. Así que decidí tomar el control de la situación. Esto fue lo que hice.
La continuación de mi historia está en el primer comentario 👇👇👇.
Sin paciencia, pensé en una solución sutil.
Observé la situación, tratando de influir indirectamente.
Me incliné bruscamente hacia atrás, derramando jugo sobre las piernas de su madre.
La escena causó una conmoción inmediata.
La madre, empapada, se levantó gritando, y el niño, finalmente deteniendo sus golpes, se encontró bajo la mirada severa de su madre.
Se calmó al instante.
El resto del vuelo transcurrió en un silencio casi total.
El niño ya no me molestó.
